Lo normal en un concierto pop, con la mayoría de espectadores de pie, es que la gente cante, grite, use el flash de sus móviles y demás. Habrá quién no le guste y desease escuchar al cantante por el que ha pagado la entrada y no a la fan de turno que le ha tocado al lado berreándole. Habrá, incluso, quién vaya a ver el concierto sin sacar el móvil y deba aguantar miles de manos levantadas filmando el concierto o con la luz encendida. Es un peaje a pagar para algunos, pero la gracia para otros. Hay otros que quieren vivir esa energía del concierto, que van a cantar junto al cantante y no solo a escucharlo, que quieren bailar, gritar y abrazarse con desconocidos... El problema es que cuando uno va a un concierto de este estilo sabe lo que ha de esperarse.

taylor swift the eras tour
Taylor Swift

El trato social en las salas de cine suele ser distinto. La oscuridad está para respetarla y usar los flashes y los móviles de malísima educación. Lo mismo podemos decir de hablar en voz alta, gritar o cantar. Levantarse y acercarse a la pantalla... Eso ya es una locura. Al fin y al cabo, hasta para levantarse para ir al baño y tapar momentáneamente a tus compañeros de fila se debe pedir perdón. Pero, qué sucede cuando ambos mundos, ambas ventanas de exhibición, se juntan. Ya vivimos algo parecido con la secuencia final de 'Bohemian Rhapsody', que algunos querían vivir como el concierto que simula y no como la película que es. Sin embargo, lo que está ocurriendo en los cines con The Eras Tour de Taylor Swift es harina de otro costal.

Con The Eras Tour Taylor Swift ha realizado la que para muchos es la gira más grande y exitosa de la historia de la música pop, un repaso de tres horas en solitario por cada uno de los trabajos de la carrera de la premiada artista. El resultado, para quién no pudo acudir en persona (las entradas volaban) se puede ver ahora en una película que repasa los conciertos de su gira. Una oportunidad única para todo fan que no pudo vivir un concierto de hacerlo en diferido. Pero no lo olvidemos, también una película estrenada en salas que tienen todo el derecho de ver los espectadores que quieran ver un espectáculo musical como se ve una película y no vivirla como un falso concierto.

'The Eras Tour' llegó este 13 de octubre a los cines de todo el mundo y, aunque se espera que esta fiebre en salas sea algo más propio de su fin de semana de estreno que de toda su ventana de exhibición, está claro que habrá gente descontenta en sus salas. Muchos se preguntan si la seguridad de las propias salas de cine debería intervenir y hacer que la gente vuelva a su asiento en silencio o, por el contrario, dejar a los espectadores vivir esta película como el concierto que exhibe.

Headshot of Rafael Sánchez Casademont

Rafael es experto en cine, series y videojuegos. Lo suyo es el cine clásico y de autor, aunque no se pierda una de Marvel o el éxito del momento en Netflix por deformación profesional. También tiene su lado friki, como prueba su especialización en el anime, el k-pop y todo lo relacionado con la cultura asiática.

Por generación, a veces le toca escribir de éxitos musicales del momento, desde Bizarrap hasta Blackpink. Incluso tiene su lado erótico, pero limitado, lamentablemente, a seleccionarnos lo mejor de series y películas eróticas. Pero no se limita ahí, ya que también le gusta escribir de gastronomía, viajes, humor y memes.

Tras 5 años escribiendo en Fotogramas y Esquire lo cierto es que ya ha hecho un poco de todo, desde entrevistas a estrellas internacionales hasta presentaciones de móviles o catas de aceite, insectos y, sí, con suerte, vino. 

Se formó en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Murcia. Después siguió en la Universidad Carlos III de Madrid con un Máster en Investigación en Medios de Comunicación. Además de comenzar un doctorado sobre la representación sexual en el cine de autor (que nunca acabó), también estudió un Master en crítica de cine, tanto en la ECAM como en la Escuela de Escritores. Antes, se curtió escribiendo en el blog Cinealacarbonara, siguió en medios como Amanecemetropolis, Culturamas o Revista Magnolia, y le dedicó todos sus esfuerzos a Revista Mutaciones desde su fundación. 

Llegó a Hearst en 2018 años y logró hacerse un hueco en las redacciones de Fotogramas y Esquire, con las que sigue escribiendo de todo lo que le gusta y le mandan (a menudo coincide). Su buen o mal gusto (según se mire) le llevó también a meterse en el mundo de la gastronomía y los videojuegos. Vamos, que le gusta entretenerse.